FIBROMIALGIA
¿Qué es?
La fibromialgia es un síndrome doloroso crónico asociado con trastornos del sueño y cambios psicológicos / conductuales. Si bien se ha estudiado más profundamente en los últimos 25 años, aún existen muchas dudas y discusiones entre los reumatólogos sobre este síndrome.
En un estudio mundial, las cifras muestran que el número de personas con esta enfermedad varía del 0,2 al 5%. En los estudios brasileños, la variación está entre el 2 y el 2,5%.
Su prevalencia es más común en mujeres de entre 25 y 65 años. Puede estar asociado a otras enfermedades como: artritis reumatoide, lupus, psoriasis, depresión, entre otras.
A pesar de los avances en el conocimiento sobre la fibromialgia, no todo está completamente claro. Se entiende que se trata de un síndrome en el que se sobreestimulan los nervios periféricos que participan principalmente en la transmisión del dolor.
Otro fenómeno importante se llama alodinia, donde hay una perversión del dolor. Es decir, estímulos distintos al doloroso, como la presión, el calor y la vibración, generan dolor.
¿Cuales son los sintomas?
Esta es la base de los síntomas dolorosos de hiperalgesia y alodinia. Los neurotransmisores implicados en la transmisión del dolor se ven afectados. Mientras que se reducen los inhibidores como el GABA y la dopamina, aumentan los estimuladores como el glutamato, la sustancia P y el factor de crecimiento neuronal. Esta desregulación acaba afectando otras zonas del cerebro, como el sistema límbico que controla las emociones y la amígdala que controla el grado de alerta. Estos cambios explican otros síntomas de este síndrome, como insomnio, sueño no reparador, depresión y ansiedad. Aunque no existen genes relacionados con este síndrome, sí hay un factor familiar involucrado. Existe un riesgo relativo 8,5 veces mayor de desarrollar fibromialgia cuando los miembros de la familia de primer grado tienen esta afección.
El dolor suele ser difuso, afecta a articulaciones, músculos y huesos, y suele ser difícil de caracterizar. Afecta durante el reposo, pero se agrava con el esfuerzo, lo que lo hace intolerable. Sin embargo, también se puede ubicar en puntos específicos que llamamos Puntos de licitación.
Aunque el dolor está relacionado con la desregulación sensorial y no con la inflamación directa de las articulaciones, a menudo se observa edema de las articulaciones y las estructuras periarticulares. Sin embargo, es difícil de probar en el examen clínico o por imágenes.
Otros síntomas asociados comunes son: dolor de cabeza, calambres y parestesia.
Puede asociarse con otros síndromes, como el síndrome del intestino irritable, el síndrome de piernas inquietas y la cistitis intersticial.
¿Cómo se hizo el diagnóstico?
En el diagnóstico clínico se pueden solicitar exámenes complementarios para descartar diagnósticos diferenciales.
En 1990, el American College of Rheumatology (ACR) creó los criterios de clasificación de la fibromialgia para ayudar en el diagnóstico y estandarizar a los pacientes para los estudios clínicos. Este criterio se basa en la presencia de dolor difuso presente durante al menos tres meses asociado a 11 puntos sensibles.
Sin embargo, en 2011, estos criterios se revisaron para incluir otros aspectos importantes de la fibromialgia, como fatiga, sueño no reparador, síntomas cognitivos, dolor de cabeza, depresión y dolor abdominal.
¿Cómo es el tratamiento?
El tratamiento de la fibromialgia requiere medidas farmacológicas y no farmacológicas (compuestas por una actividad física regular), ambas fundamentales para la mejoría clínica. La comprensión de la enfermedad, los factores desencadenantes y el tratamiento contribuyen a una mejor respuesta. Un equipo multiprofesional con un reumatólogo, psicólogo o psiquiatra, profesor de educación física o fisioterapeuta también garantiza un mejor resultado.
Varios trabajos intentan definir la mejor estrategia de ejercicio. En un metaanálisis reciente, se sugirió el beneficio de los ejercicios que combinan el fortalecimiento muscular y el estiramiento. Sin embargo, el ejercicio que mejor se adapta al paciente suele ser mejor tolerado.
Varias formas de terapias psicológicas son valiosas para la mejora clínica. Así como el estrés psicológico y el estrés físico influyen en los síntomas, la presencia de depresión o ansiedad se encuentra en casi el 100% de los pacientes.
La psicoterapia (ya sea grupal o individual), el análisis, las terapias conductuales, la meditación, la hipnosis, entre otras, son efectivas en el tratamiento.
El tratamiento farmacológico se basa en el control del dolor con analgésicos, relajantes musculares y antidepresivos, ya sean tricíclicos, moduladores del dolor, hipnóticos, duales (serotonina y norepinefrina) o serotonina selectiva.
Debemos combinar estos medicamentos para tener un mejor control del dolor, los trastornos del sueño y los trastornos del estado de ánimo.